Curiosidades
En 1336, durante el reinado de Carlos II, se elaboró un documento importante para el conocimiento de la demografía del reino de Navarra: el Libro de Fuegos. El documento nos informa que en Tafalla, en aquel año de 1336, 132 fuegos eran labradores, 20 hidalgos y 10 judíos. Estos últimos, dedicados a la recaudación de impuestos, los préstamos y la práctica de la medicina, residían en la aljama, probablemente en torno a la actual Belena de Hornos. Poseían su propio cementerio y vivían segregados en sus barrios, formando prácticamente un municipio independiente. La convivencia entre vecinos resultó pacífica a lo largo del Medioevo.
La economía estaba sustentada por el trabajo agropecuario de los labradores. Los productos que se cosechaban en los campos tafalleses eran el trigo, la cebada, el centeno y el ordio. La feracidad de las huertas regadas por el Cidacos proporcionaba una rica variedad de frutas y hortalizas. La cabaña ganadera estaba compuesta de ovejas, cabras, caballos, vacas y cerdos. Los artesanos desempeñaban oficios relacionados con la vida agrícola y la manufactura de productos básicos: herreros, zapateros, guarnicioneros, sastres, etcétera.
La concesión del privilegio de la feria, ampliado por doña Leonor de cinco a nueve días, así como los dos días de mercado a perpetuidad, contribuyeron a la estabilidad demográfica y la configuración de Tafalla, como centro comercial de una importante área comarcal. Labor de la actual ciudadanía es conservar y mejorar esa importante presencia comarcal tafallesa de más de 500 años, en el desarrollo económico de la zona. La industralización de la Ciudad tuvo su aúge a partir de 1970.
A comienzos del siglo XX, Tafalla tenía 5.494 habitantes; en 1.940 llegó a los 6.303; veinte años después, la población alcanzó la cifra de 7.320 habitantes; y en 1981, el cómputo fue de 9.863. En el último censo el número de habitantes supera los 11.000.
EL RÍO CIDACOS
Se forma cerca de la localidad de Mendívil, por la confluencia del arroyo Arlusia y el barranco Mairaga (represado en el embalse de su nombre). Arroyo y barranco proceden de la vertiente meridional de la Sierra de Alaitz.
A su paso por la Valdorba se nutre de tributarios como las regatas de Olóriz, Zemborain, Maquirriain y Urrucegui. Tras atajar las estribaciones montañosas entre Pueyo y Tafalla, penetra por zonas llanas.
El río Cidacos discurre a lo largo de 44 Km por la Valdorba y el piedemonte de Tafalla – Olite, hasta desaguar en la margen derecha del río Aragón (afluente del Ebro), poco antes de la localidad de Caparroso. A lo largo de miles de años ha ido generando vegas de aluvión, un sustrato geológico fértil que en forma de huertos ha alimentado a la vecindad durante siglos.
El paisaje agrario de cultivo mediterráneo revela el tipo de clima que domina en su cuenca media y baja. Predomina la tendencia equinoccial en su régimen de precipitaciones y es alarmante la prolongada sequía estival; los totales anuales oscilan entre 800 mm y 500 mm, con una elevada irregularidad.
El río Cidacos constituye el curso fluvial más importante en todo el territorio municipal de Tafalla. Y de alguna manera sorprende que un fluido tan humilde y voluptuoso haya condicionado el desarrollo de la vida en sus orillas.
Sobre las fértiles tierras de aluvión se construyó un complejo y eficaz sistema de riego capaz de asegurar las cosechas a la población tafallesa. En los términos de Congosto, Panueva, Cortina, Hortanco, Torreta, Recueja, Quiñón, La Nava, Barranquiel y Valmayor el agua circulaba por acequias con un efectivo sistema de paraderas, atribuido a los árabes según Jimeno Jurío. La mayor parte de los nombres que hacen referencia a presas, bocales o acequias, datan del siglo XV y posteriores.
Los conflictos generados por el agua fueron protagonistas de la historia de Tafalla y las localidades vecinas. Las fuentes documentales reflejan con frecuencia las arduas disputas entre los vecinos de la villa. El Concejo aprobó en 1493 las “Ordenanzas de Regueros”, un compendio normativo que facilitó la racionalización de los usos del agua.
LAS PRESAS Y LOS PUENTES
Las presas se construyeron tanto para alimentar los molinos como para derivar el agua del río Cidacos al regadío.
De la de Pocilún (en el término de Pueyo), al norte de Tafalla, se toma el agua para regar el término de Congosto; la presa de Pericueta; la de Rekarte (próxima a la fuente del mismo nombre); la de la Estación, a cuyos pies el río se remansa en el Pozo Redondo; la presa de los Frailes, llamada así por estar situada cerca de la ermita de San Sebastián, en la que se establecieron los franciscanos en 1468; y la presa de Almoravit, la más meridional del término, conforman el conjunto de presas construidas en el territorio municipal de Tafalla.
Los dos puentes tradicionales sobre el Cidacos son el de la Panueva (antiguamente llamado Puente de Suso) y el de la Estación (Puente de Yuso).
El primero de ellos, al norte de Tafalla, consta de tres arcos rebajados de sillería de piedra, muy peraltados. Luce tajamares pequeños que ascienden hasta la calzada horizontal. Fue reconstruido antes de 1516. Su nombre “ponten novum”, fue transformándose en “pons nova”, “puent nueva”, “ponueva”, hasta derivar en su actual denominanción.
En el Puente de la Estación, se observa la estructura original de mampostería de piedra y su ampliación efectuada en 1865. Formado por tres arcos, el de la margen izquierda es de medio punto y los otros, circulares rebajados.
Cuando el río crece con el ímpetu que lo caracteriza, el agua salta por encima de los arcos, generando a lo largo de la historia, gravísimos desastres en sus zonas aledañas.